A la comunidad artística


Queridos amigos

Inmunizarte promueve por medio del arte estados de bienestar. La experiencia de emprender inmunizarte nos enseña a imaginar (repensar) lo que significa arte; pensábamos que esta idea podría contribuir al bienestar, de hecho, ha sido emocionante ver la creatividad de los artistas que nos han ayudado, la disposición, y la entrega al compartir su trabajo. El resultado ha sido mayor, no sólo artístico, aunque es obvio decirlo, hemos visto cómo transforma el arte a la ciudad, al alma, al cuerpo….

miércoles, 27 de mayo de 2009

Fernando Velasco: Qué Payasos

Fernando Velasco: Gaby

jueves, 21 de mayo de 2009

La importancia de los colores - Sara Flores Vargas

“Hágase la luz”, dijo el hacedor de todo, y las tinieblas desaparecieron. Luego dio forma a los animales. Cuando hubo terminado su tarea quedó complacido, pero notó que le hacía falta un insecto, así que cerró su mano y sopló sobre ella, y al abrirla, ahí estaba: una hermosa mariposa blanca.

Satisfecho, dijo:

— Eres perfecta. Tú vivirás más que cualquiera de los otros animales de mi reino. Nunca te faltará néctar. Podrás volar grandes distancias.

La mariposa voló, agradecida.

Al paso del tiempo, la mariposa vio el mar, y pensó: “su agua es transparente, sin embargo a veces se ve azul como el cielo, y a veces verde, como la pradera. Los peces. Cuánto colorido le dan.”

Después contemplo la melena dorada del león y, más allá, la cola del pavo real que tenía todos los colores del arco iris. Y se dijo:

— Yo no soy perfecta. No tengo color.

Era realmente desdichada. Entre más veía a los animales, al mar, a las flores, más imperfecta se sentía. Así que tomó la resolución de ir a ver al hacedor de todo. Voló por mares, montañas, praderas, desiertos. Y cuando estuvo frente a él, le dijo:

— ¡He sido engañada! ¡No soy perfecta! Todos tus animales tiene color y yo soy blanca. El blanco es la ausencia de color.

El hacedor se le quedó mirando y contestó:

— Eres perfecta. El blanco contiene todos los colores, aún cuando nadie los vea.

Pero ella insistió, diciendo:
— Para ser realmente perfecta y bella, necesito que los demás puedan ver mis colores.

El hacedor, con tristeza, le preguntó entonces:

— ¿Darías cualquier cosa por ello?
— Sí.
— Eso significa que tu vida se acortará considerablemente.
— No importa. Quiero ser perfecta. —Insistió la mariposa.
— Siempre has sido perfecta, pero sea como lo deseas.

La tomó nuevamente en su mano y volvió a soplar, transformándola en una oruga.

Y cuenta la leyenda que, desde entonces, la mariposa pasa mucho tiempo siendo oruga, pues tiene que transmutar el blanco en arcoíris. Y cuando al fin extiende sus alas, su vida es efímera. A cambio tiene visibles sus colores.

viernes, 15 de mayo de 2009

Dolores Castro Varela: El huizache

Nada sabe decir
pero le llega un golpe de frescura
y en un gozo aromado
hasta las ramas
sube su flor,
dorada como el sol que le quema.

Erizado de espinas se levanta
en la mitad del llano.

Su fronda
es una copa
de polvo.

Cuando la roza el aire
es una tórtola
triste de sed.

Ay, pero en el verano
el huizache recibe
la humedad de la tierra

Su débil tronco olvida,
reverdece las hojas
ablanda las espinas.

Ay, pero en el verano
en una sola flor
amarilla, pequeña,
canta toda la tierra.

lunes, 11 de mayo de 2009

Gorbel Cavamares: In felicidad

Yo le dije a mi prima, la que trabaja conmigo en la tortillería Las gordas jijas del maiz, que no era buena idea esa de vender blanquillo en el negocio, que el calor podría jodernos los huevos, es insoportable, el calor, la prima también, "pero lo es más la méndiga crisis, Inateo", me dijo ella.

Por eso le hice caso y un día por la mañana fui a surtir una caja de huevo. "260 huevos", eso dice allí en la caja. San Juan, huevo San Juan. Yo con dos me los traje todos. Dos huevos, huevos Inateo, eso digo yo. Me vine caminando desde la central hasta la Charcalera p'ahorrar unos pesos y ganarnos una lana extra.

Ni madres. Al medio día apenas habíamos vendido dos kilos que luego nos fueron a regresar porque estaban güeros. Méndigas prietas racistas, dije. Pero la Pillina dijo que no era esa clase de engüeramiento el de los infelices huevos. Decir, están güeros, es como decir que están echados a perder y apestosos, esto gracias a nuestra suerte de mierda en pleno tianguis y a la hora de la vendimia más encabronada. Gracias también al calor tan requetechingafregador.

Nos pusimos tristes. O sea que nos llegaron vivos y rebien efectivos el agüitamiento y la enmuinadez; la retemputación y el novalenadalavida.

Luego decíamos "total, a poco por eso vamos a amargarnos, ¡ni madres!". "Hay que hacer como que no pasa nada, Inateo", decía la Pillina; y yo: "¡A huevo!", y llegaba la redesilusión.

Nació la tarde y traía con ella un montón de gente. Para nuestra fortuna llegó con tortota bajo su bracito crepuscular a la tortillería. Nos empezó a ir bien. La gente se amontonaba frente al mostrador. "Joven, a mí déme tres, a mí dos, señorita Pillina, yo quiero diez, despácheme. Por favor, güerito Inateo, ya tengo rato esperando, yo quiero llevarme medio kilo de esos pollitos que acaban de romper el cascarón".

viernes, 8 de mayo de 2009

Fernando Velasco: Circo

Circo I Circo II

jueves, 7 de mayo de 2009

Johan Trujillo: Jardín de ensueño

Jardín de ensueño

miércoles, 6 de mayo de 2009

Oscar Wong: Poética del viento

La memoria personal me lleva a los inicios de 1987, unos meses después del fallecimiento de mi esposa. Llegué a la costa una madrugada, con mis hijos muy pequeños, pegados a mí, aterrados por el viento que azotaba como un dragón voraz: volaban anuncios comerciales, desprendidos por los zarpazos enfurecidos de Long, el dragón de viento. Es una imagen que la tengo muy grabada. En la costa chiapaneca hay temporadas donde el aire azota muy fuerte, sobre todo en otoño. En mi infancia lo escuchaba en medio de la oscuridad, o desplazándose entre la lluvia huracanada. Es terrible ver a la naturaleza descargando su furor. El dragón, ese animal mítico para mis ancestros chinos, originalmente fue un tótem para los pescadores, el conde del viento o Fei Lian; para mí es un elemento substancial no sólo en mi poesía sino en la vida cotidiana. El viento me remite al hálito cósmico, al espíritu celestial, a los ocho trigramas que aparecen combinados en el I Ching de mis ancestros. Es esa dimensión donde se esparce la voz poética, donde surge la Luz.

Cuando se habla del viento, de inmediato pienso en las sábanas que llevan a Remedios la Bella en Cien años de soledad, de García Márquez, o bien a la caracola de Piggy, el gordito personaje de William Golding en El señor de las moscas, resonando no para convocar a una nueva asamblea, sino presagiando la desgracia, el final funesto que le aguarda. Percey B. Shelley tiene un poema, Ode to the West Wind, donde invoca y evoca esa energía, indómita, cósmica denominada viento, a veces como una trompeta profética, o como hojas resecas. Pienso en los libros de Bachelard, ligados al espacio, a la ensoñación, al agua y los sueños y, desde luego, estos elementos ligados al viento. Hay un cuento de Eraclio Zepeda, en Benzulul, llamado justamente Viento. Mi memoria no es muy clara al respecto, aunque de pronto recuerdo a Revueltas, a ese cuento, Dios en la tierra, donde el viento es sórdido, devastador, ardiente, definidor de la divinidad cuando pasa por la Tierra. En fin.

En ocasiones el viento es un espacio lírico, aunque obviamente sirve de contención: circunda a las cosas, las conjura; tiene alas luminosas, a veces sórdidas; reposa sobre el agua como caricia de ninfa, o de hada. Por algo asume diversidad de nombres: céfiro, aura, soplo, hálito, brisa, etc., etc., etc. También se conjunta con el fuego y devasta los bosques (otra imagen pavorosa de Chiapas, desde luego). Robert Graves recuerda las invocaciones de los druidas, en La canción de Amergin, manejada en La diosa blanca. La inspiración surge cuando el viento se desplaza entre los árboles, o se desliza caminando sobre el agua de los lagos. Es una influencia determinante en todas las culturas, tanto como fuerza primordial tanto como energía combinada con la tempestad. Los tornados en Norteamérica demuestran su poder devastador.

De alguna manera el viento es un soporte del mundo, rompe y corrompe, a veces purifica. Significa una fuerza primordial. Es el soplo de Morgana o el silbido de Melusina al metamorfosear su cuerpo un viernes por la noche. Su color, Azul Darío; su aroma, como un espléndido vino degustado por Berceo; su textura, verde cocodrilo, a la manera de Efraín Huerta, El Grande. Alguien habló ya de la Rosa de los vientos y los atenienses de la Torre de los vientos. En su primer sentido es vectorial, desde la segunda perspectiva, un contenedor, un hálito sutil que devasta y acaso petrifica.

Ignoro si haya una poética del viento. Y si la hay debió habilitarla Bachelard, o Dilthey. Desde mi particular punto de vista una poética del viento establecería íntimas relaciones con el agua, la tierra y el fuego; sería una materia como los sueños, parte de un paraíso inmemorial, religioso; el viento es esa voz poética que irrumpe en la realidad, para conjurarla o devastarla; es el hechizo de Merddin, la invocación de Taliesin para modificar a la naturaleza y asustar a los falsos bardos: la englynn cobrando existencia. Es la poesía misma, revelándose, develándose en esas combinaciones sonoras, llameantes en sus significados, que se perpetúan en un canto estremecedor. Es la firma para la paz de Efraín Huerta, transformando el entorno social, el destino del mundo, nuestro futuro. Revelación o conjuro, el viento es el Logos que a través de su sonoridad crea, construye, genera ámbitos novedosos y, por ende, el orbe cobra sentido. Un día estaré lúcido para teorizar sobre esta singular poética.

Nonantzi Martínez: Invitación abstracta

Invitacion abstracta
Es la vida una invitación a diversas situaciones, nuevas experiencias, opciones, formas, emociones. La invitación nos encuentra, nos pierde, nos despierta, nos seduce, nos atrapa, nos paraliza, nos motiva, nos transforma; arrojándonos distintos, de momento a momento.

La invitación, que entre sus maneras, nos adhiere a ella tomando en cuenta que lo nuestro es la capacidad de discernir, elegir y rechazar; de dirigirnos.

Situaciones simples o complicadas que nos brindan una sola cosa: posibilidades.

Constantemente hay algo que nos atrae y que, a su vez, nos invita. No dejamos de ser como insectos que se dirigen a lo luminoso.


Invitación abstracta

Se desplaza divertida en su columpio, se acerca a ti, se aleja, se aproxima y la empujas, porque sujetarla es la pregunta. ¿Por qué sujetarla? Si la invitación abstracta no parece sostener conversaciones serias con la realidad.

Se aloja en los ojos de las personas; cuando hablan, sus palabras los rodean desordenadas; en perspectiva, se dirigen o emergen del fondo de sus miradas. Ahí está el punto, la invitación, lo que no dicen, lo que no quiero saber, o lo que me encantaría escuchar.

-Y las palabras en perspectiva... ¿qué dicen?
-Cuentan historias que en sí mismas se suponen distintas.

De momento la captura se ha hecho presente. Cambian las palabras de posición -es una constante-, desordenando las historias que en su afán de creerse distintas, se desvanecen. Se genera así una nueva recolección de curiosidades.

Es la invitación abstracta que haya, pensando que hay historias que no son debidamente saboreadas, que no han sido habitadas o creadas. Sin embargo, también se encuentra con historias que se dejan descubrir desde el instante donde la primera caricia surge.

Eso provoca que los invitados cambien de dirección.