A la comunidad artística


Queridos amigos

Inmunizarte promueve por medio del arte estados de bienestar. La experiencia de emprender inmunizarte nos enseña a imaginar (repensar) lo que significa arte; pensábamos que esta idea podría contribuir al bienestar, de hecho, ha sido emocionante ver la creatividad de los artistas que nos han ayudado, la disposición, y la entrega al compartir su trabajo. El resultado ha sido mayor, no sólo artístico, aunque es obvio decirlo, hemos visto cómo transforma el arte a la ciudad, al alma, al cuerpo….

viernes, 1 de mayo de 2009

Fernanda Luna: La epidemia

Desperté tan quitada de la pena como cualquier otra mañana de viernes cuando vi las primeras noticias de que un catarro mutante había invadido mi querida Ciudad de México. Tal vez no me habría preocupado a no ser por el tono melodramático que usaban los peteretes que dan las noticias matutinas. Con solemnidad de panteonero, daban instrucciones como si formaran parte de una de esas películas terribles donde un mortal virus cunde por la ciudad convirtiendo en zombies a todo el que toca y en suculento alimento los cerebros de quienes, sin estar infectados, tienen que correr despavoridos para no acabar de merienda de quienes hasta hacía poco eran sus seres queridos.

Como estoy viviendo fuera del Distrito Federal, lo primero que hice fue llamar a mis amigos chilangos para saber cómo estaban. En principio todos estaban bien y sin síntoma alguno que los obligara a abandonar sus vidas para recluirse en un hospital. Quienes tienen niños, estaban buscando el modo de resolver su verdadera contingencia: Dónde dejar a los chilpayates mientras iban a sus trabajos.

En el transcurso de la mañana, las noticias continuaron. El tono era el mismo o más severo que a primera hora. Las instrucciones se repetían como un eco interminable. Se trataba de un virus muy agresivo, de muy fácil propagación y con suficiente resistencia al medio ambiente como para acelerar el contagio. Como a las dos de la tarde, continuando con mi cruzada telefónica, me comuniqué con mi primer amigo contagiado. Lo hallé desconsolado cuando me explicó los pormenores de sus malestares. Poco a poco fui hablando o me fui enterando de más víctimas.

Al día siguiente, las calles en el Distrito Federal y en otras ciudades estaban prácticamente desiertas, los enfermos convalecían en sus casas escuchando toda clase de versiones, desde dictámenes científicos hasta ideas ridículas sobre el origen, realidad y destino del virus fatal. Que si fue un ataque contra Obama, que el Director del Museo donde el presidente gringo cenó acababa de morir de “neumonía”, que había sido un accidente con un arma biológica, que era un virus extraterrestre, que era una mentira del gobierno y el G7 para esconder una crisis sin precedentes, que es un chupacabras reloaded o que nos íbamos a morir todos. Minuto a minuto me enteraba de nuevos casos, hablaba con amigos que habían también caído enfermos.

El domingo vi al primer enfermo en Cancún. Las calles y centros de reunión comenzaron a vaciarse. La enfermedad había cundido como cuando el agua desborda un vaso. En el transcurso del día vi caer enfermos a otros y, esa misma noche, viendo las noticias experimenté los primeros síntomas. Antes de poder conciliar el sueño, la epidemia me alcanzó. Ya estaba enferma de miedo.

El paso de los días, me ayudó a atemperar las cosas y formarme un criterio sólido.

1. ¿Hay una emergencia sanitaria real?
Sí, hay gente enfermándose y ha muerto gente

2. ¿Voy a morir de influenza porcina?
No, si tomo precauciones. No he de morir por eso, incluso si la contrajera.

3. ¿Debo tener miedo?
No voy a tener miedo de un catarro, porque sé cómo prevenirlo y sé que si me siento mal debo de acudir a un hospital al primer síntoma. Sin duda allí salvaré mi güerejo pellejo.

4. ¿Es esto de la influenza algo terrible e irremediable?
La influenza porcina es una enfermedad muy inoportuna y trágica para quienes han muerto y para sus seres queridos, pero lo que es terrible es la epidemia de miedo. Esa nos hace débiles y manipulables. Un problema, por real que sea, no debe determinar mi comportamiento sobre otras cosas ajenas al problema mismo. Dicho de otro modo, yo no habría reelecto a Bush, por miedo a que más aviones se estrellaran contra otros edificios. Sólo con miedo ese hombre fue presidente de Estados Unidos ¡DOS VECES!

5. ¿Es todo esto motivo para atacar o aplaudir al gobierno?
No lo creo, muchas razones nos ha dado el gobierno para echarles trompetillas “desdendenantes” de la epidemia, esto simplemente es algo que está pasando y que el gobierno administra. Lo demás son teorías que van de lo alarmante a lo ridículo. Es mejor esperar sin buscarle más pies al gato, sin hacer que de nuestro miedo dependa nuestra percepción y sea un medio para dejarnos manipular.

Hoy en un noticiero un funcionario de esos de alto pedo y traje de Hugo Boss, afirmó que cuando recibieron las primeras noticias del virus calcularon que vendrían muertos por carretonadas. Eso explica el tono de la alarma ¿Fue ese tono de alarma lo que evitó las horribles “carretonadas”? Puede ser. Creo que los ciudadanos reaccionamos bien cuidando exageradamente nuestra salud. En estos casos no hay precaución que sobre. Nunca nos habíamos prevenido tanto y tan eficazmente de contagiarnos una gripe. Con esa actitud ciudadana le estamos ganando a la epidemia, es cosa de seguir así pero ya sin miedo. Es momento de darle paso a la alegría, al optimismo. La risa es un remedio eficaz para muchos males.

Lo real es que, al final del día, cuando se le gane al virus, los héroes seremos tú y yo. Los héroes seremos todos.

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