Es la vida una invitación a diversas situaciones, nuevas experiencias, opciones, formas, emociones. La invitación nos encuentra, nos pierde, nos despierta, nos seduce, nos atrapa, nos paraliza, nos motiva, nos transforma; arrojándonos distintos, de momento a momento.
La invitación, que entre sus maneras, nos adhiere a ella tomando en cuenta que lo nuestro es la capacidad de discernir, elegir y rechazar; de dirigirnos.
Situaciones simples o complicadas que nos brindan una sola cosa: posibilidades.
Constantemente hay algo que nos atrae y que, a su vez, nos invita. No dejamos de ser como insectos que se dirigen a lo luminoso.
La invitación, que entre sus maneras, nos adhiere a ella tomando en cuenta que lo nuestro es la capacidad de discernir, elegir y rechazar; de dirigirnos.
Situaciones simples o complicadas que nos brindan una sola cosa: posibilidades.
Constantemente hay algo que nos atrae y que, a su vez, nos invita. No dejamos de ser como insectos que se dirigen a lo luminoso.
Invitación abstracta
Se desplaza divertida en su columpio, se acerca a ti, se aleja, se aproxima y la empujas, porque sujetarla es la pregunta. ¿Por qué sujetarla? Si la invitación abstracta no parece sostener conversaciones serias con la realidad.
Se aloja en los ojos de las personas; cuando hablan, sus palabras los rodean desordenadas; en perspectiva, se dirigen o emergen del fondo de sus miradas. Ahí está el punto, la invitación, lo que no dicen, lo que no quiero saber, o lo que me encantaría escuchar.
-Y las palabras en perspectiva... ¿qué dicen?
-Cuentan historias que en sí mismas se suponen distintas.
De momento la captura se ha hecho presente. Cambian las palabras de posición -es una constante-, desordenando las historias que en su afán de creerse distintas, se desvanecen. Se genera así una nueva recolección de curiosidades.
Es la invitación abstracta que haya, pensando que hay historias que no son debidamente saboreadas, que no han sido habitadas o creadas. Sin embargo, también se encuentra con historias que se dejan descubrir desde el instante donde la primera caricia surge.
Eso provoca que los invitados cambien de dirección.
Se aloja en los ojos de las personas; cuando hablan, sus palabras los rodean desordenadas; en perspectiva, se dirigen o emergen del fondo de sus miradas. Ahí está el punto, la invitación, lo que no dicen, lo que no quiero saber, o lo que me encantaría escuchar.
-Y las palabras en perspectiva... ¿qué dicen?
-Cuentan historias que en sí mismas se suponen distintas.
De momento la captura se ha hecho presente. Cambian las palabras de posición -es una constante-, desordenando las historias que en su afán de creerse distintas, se desvanecen. Se genera así una nueva recolección de curiosidades.
Es la invitación abstracta que haya, pensando que hay historias que no son debidamente saboreadas, que no han sido habitadas o creadas. Sin embargo, también se encuentra con historias que se dejan descubrir desde el instante donde la primera caricia surge.
Eso provoca que los invitados cambien de dirección.
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